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En el sector servicios no hay margen para el “ya vale así”. Aquí todo tiene que quedar perfecto.
Nos metemos hasta el fondo, trabajamos como si fuera nuestra casa y cuidamos cada detalle, porque sabemos que detrás de cada obra hay personas que van a vivir, aprender o trabajar ahí.
Eso es lo que nos mueve: hacerlo bien, hacerlo con ganas… y hacerlo con orgullo.
En OBRA CIVIL, las prisas no valen y los “más o menos” sobran. Aquí se trata de hacer las cosas bien, desde el principio. Hemos trabajado en colegios donde los niños corrían por los pasillos al día siguiente (y créeme, eso no te deja dormir tranquilo si no estás seguro de cada tornillo), en hospitales donde el margen de error es cero, y en hoteles donde todo tiene que quedar impecable antes de que lleguen los huéspedes.
Nos gusta pensar que no solo construimos o reformamos espacios: los preparamos para que la gente trabaje, aprenda o disfrute sin preocuparse de lo que hay debajo.
Y eso se nota.
Recuerdo una vez, en una residencia, que el director nos dijo:
“Lo que más me gusta de vuestro trabajo no es cómo ha quedado… sino que habéis trabajado como si fuera vuestra casa.”
Y ahí está la clave. Nos lo tomamos de forma personal.
Da igual si es una cocina industrial, la reforma de un centro educativo o el mantenimiento de un edificio público.
Nos implicamos, nos arremangamos y lo damos todo. Sin trajes, sin discursos vacíos. Solo trabajo bien hecho, profesionalidad y un toque de orgullo de esos que se ganan con el sudor de la frente.
Así somos en el Sector Servicios: gente normal haciendo cosas extraordinarias, con pasión, con cuidado… y con una sonrisa (aunque sea con el casco puesto).